Arties brillará

Me cuentan mis amigos del valle de Arán que entrada la noche escuchaban el ruido del río arrastrando las piedras con violencia. Era un sonido desconocido por su intensidad y que a muchos no dejaba dormir. La pizarra de los tejados sonaba como un tambor cuando el cielo se abría para dar paso al diluvio. En mi pueblo, Arties, sonaba la alarma para que los vecinos salieran de sus casas y se pusieran a cubierto. El río desbordaba su cauce con una fuerza que nos dejaba sin carreteras, sin puentes, y entraba en las casas. Seguía lloviendo y las presas estaban a reventar.

Se pasaron horas de angustia recordando, los mayores, aquel año de los 50 cuando el pueblo quedó arrasado. El martes fue un día muy difícil. Hablé con muchos amigos que no podían contener las lágrimas. Han trabajado muy duro año tras año la temporada de invierno y ahora tienen que comenzar desde cero. Pero son muy buena gente, emprendedora y dura. Cuando el agua bajó de nivel, vieron la intensidad de la tragedia sabiendo que no faltaba ningún vecino. Y, ante un panorama desolador, secaron sus lágrimas y se pusieron manos a la obra.

En la plaza convertida en lago trabajaban quitando piedras. En sus casas limpiaban barro y tiraban enseres que ya no sirven ni para la hoguera de San Juan, que iba a convertirse en la fiesta de cada año y punto de arranque para recibir más visitas en el verano recién estrenado. Una hoguera que este año, más que nunca, tiene que espantar los malos espíritus y recoger los buenos deseos que representan la vida, la pasión y la fuerza de este paraje idílico. Sé que van a conseguir devolver la alegría al pueblo y a sus hogares. Que dentro de poco, del 18 de junio sólo quedará el recuerdo. Que Arties y el valle brillarán como lo han hecho siempre. Y que, cuando con las primeras nieves lleguen los esquiadores, estará todo a punto.

Será un verano complicado. Y espero que muchos vayamos a daros un abrazo. A Manolo, Fernando, Juan Antonio, Ares, David, María, Paco, Javier, Inma, Manrique, José, Pau, y con ellos a todos y cada uno de los vecinos de un pueblo de cuento donde los que vamos somos felices.